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Romanticismo. Siglo XIX. Caspar David Friedrich

LA PINTURA EN EL ROMANTICISMO



DEFINICIÓN Movimiento artístico pictórico e intelectual, surge como una reacción al neoclasicismo lo que más resalta es la exaltación de un torbellino de colores y de luz que expresan emociones que aspira al infinito, la exaltación de lo irracional del sentimiento, ligado a lo más profundo de la subjetividad humana por medio de la sensibilidad. Cultivaron el género del paisaje, matizando vistas fantásticas, relevantes, dándole valor a los estados atmosféricos, como la niebla como buscando la evasión, los lugares lejanos y las épocas pasadas. Fue una rebelión contra las convenciones sociales que dio más importancia al sentimiento expresado al cuadro histórico con escenas de la vida.

Fue un movimiento eminentemente pictórico que duro cien años, que se originó en Alemania y el Reino Unido desde 1770 a 1870. Fue más categórico a la hora de definir la condición humana, que aspiraba a un arte nuevo, libre y personal e individual, con un amor por la naturaleza que se encara  la disociación entre lo real y lo irreal, que influye en todas las artes especialmente en la literatura. Fue una forma de vida que origino una revolución política y social, sobre la subjetividad del individuo y el genio creador, Sus raíces filosófica se hallan en los grandes pensadores del siglo XVIII, especialmente en Rousseau y en la filosofía alemana ligada al nacimiento del nacionalismo. Delacroix expresó que el romanticismo era “la libre manifestación de sus impresiones personales”.


LOS GRANDES MAESTROS EN PINTURA: Los principales exponentes del romanticismo fueron: Theodore Gericault (Francia), Eugene Delacroix (Francia), Caspar Friedrich (Alemania), Atoine-Jean Gros (Francia), John Constable (Inglaterra), Pierre-Paul Prud'hon (Francia), William Turner (Inglaterra), Francisco de Goya (España).

El caminante sobre el mar de nubes. 1818

Romanticismo. Siglo XIX.

Caspar David Friedrich

El caminante sobre el mar de nubes, Caspar David Friedrich – Charlarte

Autor: Caspar David Friedrich
Año: 1818
Medidas: 74,8 x 94,8 cm
Soporte: Óleo sobre lienzo
Tema: Simbolismo
Estilo: Romanticismo
Localización: Museo Kunsthalle de Hamburgo, Hamburgo, Alemania

🎨 El caminante sobre el mar de nubes es el paradigma del Romanticismo alemán, muy diferente del francés y del italiano. Ya que no expresa una escena en sí, sino que transmite diferentes estados de ánimo. El romanticismo trata de inmortalizar los sentimientos intensos, dramáticos y melancólicos del siglo XIX.

🎨 Realizada en óleo sobre lienzo la obra representa a un hombre de espaldas que ataviado con la ropa de la época mira un imponente paisaje montañoso de la Suiza Sajona cubierto por una inmensidad de nubes. La gradación tonal va desde los colores más cálidos en primer plano a otros más fríos en el fondo y destacando el negro de los ropajes del caminante.

🎨 La luz del cuadro es difusa ya que no hay un foco de luz como tal, pero si se aprecia una claridad en el fondo de la imagen. Predomina la mancha a la línea aunque es un dibujo cuidado y bien acabado.

🎨 El volumen en la obra es de gran importancia y se consigue a base de mezclar diferentes texturas y tonos.  Algunas obras en las que se hace patente el interés del pintor por los paisajes naturales son Mar de hielo o Los acantilados de Rügen.

El caminante sobre el mar de nubes. Caspar David Friedrich

En esta obra se encuentra un hombre de pie, en lo alto de una montaña elevada, mirando un mar de nubes que queda debajo. El viajero se encuentra de espaldas. Viste de negro. Adelanta una pierna y se apoya en un bastón. Se pueden ver los picos de otras montañas saliendo entre la niebla, mientras que una cadena de enormes montañas ocupa el fondo. La gran extensión de cielo por encima de las alturas de las montañas del fondo cubre gran parte del cuadro.

El hombre se encuentra de pie en el primer plano, sobre unas rocas que se elevan formando un triángulo, y contempla absorto el paisaje que se extiende bajo su mirada. En la lejanía, un banco de niebla rodea las montañas y peñascos, que parecen emerger de entre las nubes. Los tonos azulados de la escena se unen con el azul del cielo, donde unos jirones de luz anaranjada apenas perceptibles sugieren la presencia del sol. 

El caminante sobre el mar de nubes. Interpretaciones.

Si bien, a diferencia de los cuadros anteriores, la figura humana (erecta y dominante) cobra gran importancia frente al paisaje -por lo cual se cree que el pintor está haciendo referencia a la derrota del ejercito Bonapartista por parte del ejército Sueco-. 

La interpretación espiritual o religiosa que se ha dado a esta obra, es que
el caminante simbolizaría, al ser humano que concibe su vida terrena (la montaña a la que corresponde la masa rocosa en primer plano) como un preludio a la vida eterna (el mar de nubes). Friedrich era profundamente creyente.

Otras interpretaciones, de corte filosófico, aluden a que, el mar de nubes representaría la inmensidad del universo, frente a la pequeñez del ser humano. La naturaleza se regenera, pero el ser humano es mortal.

Es una obra que ha inspirado muchas otras composiciones:

Para el juego Into Darkness
Versión Playmobil
Y no podía faltar, la versión Zelda!!

 (1818, óleo sobre lienzo, 90 x 71 cm, Museo Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza)

Es uno de los cuadros más emblemáticos de Friedrich. Lo pinta durante su viaje de novios, en 1818, y muestra una vista de los acantilados de la isla de Rügen. Enmarcando la escena a la perfección en la parte superior, dos árboles se inclinan hasta unirse, formando la vaga forma de un corazón (Wolf, 2003: 52) que hace referencia a la reciente unión de Friedrich y su joven esposa, Caroline Bommer.

Dos árboles claramente reconocibles forman un marco para la escena. El árbol de la derecha es más grande que el de la izquierda. Mediante una abrupta transición, se pasa a las rocas cretácicas del acantilado. Se ven las afiladas puntas de creta blanca.

Los abruptos acantilados blancos enmarcan a su vez al fondo marino, compuesto de tonos azulados y rosáceos, que se funden y difuminan en la lejanía. Dos veleros solitarios recorren las aguas, nos hablan del viaje de la vida de los recién casados. 

En el primer plano, tres figuras: a la izquierda, una joven vestida de rojo—según la moda tradicional alemana—señala hacia el precipicio; a la derecha un hombre contempla la escena; y algo cercano al centro encontramos a un hombre de mayor edad, que se inclina con cautela para observar el fondo del precipicio. En la mujer podemos identificar a la esposa del pintor, mientras que el hombre de la derecha sería el propio Friedrich rejuvenecido, y la figura del centro una segunda representación del artista, en una actitud algo menos solemne (Wolf, 2003: 52). Las figuras, como es común en los lienzos de Friedrich, se encuentran de espaldas, invitando al espectador a identificarse con ellas. 

Todos los elementos que componen la escena conducen la mirada, tanto de los personajes como del espectador, a la contemplación del infinito. Las irregulares rocas que se alzan hasta el cielo son el umbral que nos impide unirnos con el horizonte inaccesible. 


CASPAR DAVID FRIEDRICH; 



Título
Paisaje en el lago de la montaña, mañana

GéneroPaisaje
Fecha1823-1835
Técnica/materialesóleo sobre lienzo Editar en Wikidata
Dimensiones
Ubicación:
altura: 71,5 cm  Editar en Wikidata ; ancho: 93,0 cm 
Colección privada, Alemania

El árbol solitario de Caspar David Friedrich
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El árbol solitario

(Der einsame Baum)


Caspar David Friedrich

1822   ·  Öl auf Leinwand  ·  Imagen de ID: 23589

Romanticismo

"El árbol solitario" es una de las sorpresas de Caspar David Friedrich. Pero, ¿qué tiene de especial la imagen? La composición es clara. En el centro se encuentra un viejo roble nudoso. Forma el núcleo vertical dominante de la pintura, en el cual el espectador enfoca inmediatamente su mirada. Solo más tarde, como la segunda capa horizontal detrás, percibe los prados de color pastel, las montañas y el cielo brillando en el fondo. Una vez que sus ojos se han acostumbrado al colorido, comienza a grabar detalles. Hay un estanque en primer plano, intercalado con mechones de plantas, que refleja los colores del cielo en tonos más oscuros. Y luego viene la sorpresa: apenas reconocible apoyando a un pastor en el tronco del roble, sus ovejas pastando en las cercanías. La mirada, alienta, sigue buscando. De hecho, detrás de los campos, casi fusionándose con las montañas, se asoma una torre de iglesia y algunos estandartes de casas de humo.

Friedrich es un maestro de la composición, como se puede ver en el "Árbol solitario". Normalmente, los ojos siempre miran primero las fuentes de luz de una imagen. Pero esta pintura es diferente. Aquí se enfoca en la oscuridad, poderosa en el centro. ¿De qué otra manera puede ser que el pastor y los pequeños edificios no sean detectados por tanto tiempo? Y como ningún otro Friedrich logra crear un estado de ánimo especial. Tan hermoso, tan armonioso es este paisaje, podrías imaginarlo incluso sin el gran árbol.

Como muchas de las pinturas de Friedrich, "Der einsame Baum" ("El árbol solitario") tiene más capas de significado, y no es solo la imagen diseñada artísticamente de un paisaje inundado de suave luz de la mañana. Por un lado, está el roble, un signo de lo permanente, indestructible. Pero la vida y la muerte están unidas en ella, una indicación de la vida terrenal. Las hojas frescas todavía están creciendo hacia abajo, mientras que las ramas superiores ya están muertas. Y como suele ser el caso, el hombre y todas las cosas hechas por el hombre parecen desvanecerse en la naturaleza perfecta.
“Prados cerca de Greifswald” Caspar David Friedrich, 1822


Datos principales

Fecha 
h. 1825
Dimensiones 
34,5 x 43,3 cm.

 La composición se estructura en tres partes claramente diferenciadas: un primer término, de tonos más oscuros, separado del segundo plano por una diagonal que desciende hacia la derecha; los prados, en donde varios caballos caracolean junto a un gran charco; por último, la ciudad, de un violeta grisáceo, que se alza más allá de los prados, sobre la línea del horizonte.

Bibliografía:

Joseph Leo Koerner. Caspar David Friedrich and the Subject of Landscape. London: Reaktion Books, 2019

Félix de Azúa. Volver la mirada. Barcelona: Debate, 2019

H.W Janson. History of Art. New York: Harry N. Abrams, 1973



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